jueves, 4 de febrero de 2010

¿Cómo podemos generar oportunidades para la población más necesitada?


“El tema social es el que hoy en día ha pasado a ocupar el primer lugar en las preocupaciones de los colombianos. El país ha hecho avances sin precedentes en el tema de la seguridad, que es la primera condición para el desarrollo y la construcción de bienestar. Pero a partir de ahí se hace prioritario que en las políticas sociales se dé también un gran salto porque eso significa una mayor fortaleza de la sociedad para superar las desigualdades y por esa vía quitarle el oxígeno a los intereses criminales de los violentos de todo tipo.

Para avanzar por ese camino lo primero es reconocer la existencia de situaciones dramáticas, de situaciones inaceptables, de hechos tan contundentes como que el 46% de los colombianos viven por debajo de la línea de la pobreza y de ellos el 18% viven en condiciones de indigencia. Que 17 millones de colombianos y colombianas no pueden satisfacer sus necesidades básicas. Que hay rezagos en términos de equidad y de oportunidades como los que existen alrededor de la calidad de la educación, alrededor del acceso al agua potable y a los servicios públicos de calidad, alrededor del acceso a una salud integral tanto mental como física, alrededor del acceso al deporte y a la recreación como un medio para cultivar el espíritu y alrededor de tantos temas de carácter social en los que todavía estamos en deuda con nuestro país.

Por ejemplo en términos de regiones, cuando en Antioquia podemos estar hablando de un NBI (Necesidades Básicas Insatisfechas) del 20%, en el Chocó es del 80%. Hoy hay seres humanos que no pueden tener un desayuno para poder ir a trabajar o a estudiar, seres humanos que tienen que caminar hasta el sitio donde trabajan o estudian, si es que trabajan o estudian, porque no tienen lo suficiente para pagar un pasaje para transportarse en un medio digno, personas que tienen todavía su esquema de vacunación incompleto, cuando estamos en un siglo donde supuestamente como humanidad hemos superado enfermedades que son de la época medieval; niños y niñas que mueren por enfermedades asociadas a la desnutrición, comunidades excluidas como algunas afrocolombianas, como los pueblos indígenas, donde el acceso a los servicios básicos es prácticamente nulo. Entonces, desde ese punto de vista, un reconocimiento de las condiciones históricas del país, independientemente de tal o cual gobernante o de tal o cual política de gobierno, nos conduce a reconocernos como una sociedad excluyente, como una sociedad que ha sido incapaz de construir en condiciones de equidad.

Frente a esas situaciones dramáticas, nuestra primera tarea es tener un conocimiento preciso y científico de esos hechos. Debemos saber cuáles son las cifras y entender claramente las dimensiones, las raíces y las causas de esas situaciones, sin perder de vista lo que esto significa para la vida de nuestros ciudadanos.

Lo segundo es que tenemos que tener muy claro cuál es la realidad de los recursos y las condiciones que tiene el país para enfrentar estos problemas y cuáles son los tiempos reales para lograr las soluciones. Como parte de la decencia y la ética tenemos que hablarle muy claro al país sobre las metas que en estas materias podemos alcanzar en un período de gobierno. Y debemos también ser capaces de formular las metas de más largo plazo que le permitan al país mantener un rumbo para alcanzar condiciones de dignidad y bienestar para la población más vulnerada.

Muchas veces hemos escuchado candidatos y personas que ocupan puestos públicos o que dirigen organizaciones internacionales, decir que un problema de pobreza extrema podría ser solucionado durante su mandato. Yo creo que el poder transformador de la decencia se refiere también a la necesidad de hablarle al país con la tranquilidad que da la verdad, en términos de los tiempos que se requieren para hacer transformaciones sociales profundas. Pero al mismo tiempo concentrándonos sobre las prioridades y alcanzando logros concretos en los plazos más inmediatos, que nos despejan la ruta de largo plazo hacia una sociedad en condiciones de equidad.

Tenemos el deber de plantear unas soluciones que sean coherentes con nuestro estilo de vida, con las capacidades técnicas, financieras, profesionales y de capital humano consolidado que están disponibles en el país para sacar adelante nuestros programas sociales. De esa manera estamos planeando y actuando sin improvisaciones y acorde con unas posibilidades reales.

Y un tercer punto por medio del cual la decencia puede ayudar a generar mayores oportunidades tiene que ver con la transparencia, con el comportamiento honesto y el uso responsable de los recursos públicos y privados que se manejan en este país, para poder solucionar problemas tan acuciosos como los que estamos hablando. Para eso se requiere, naturalmente y en primer lugar, de una tarea estricta de los organismos de control. Pero lo más importante desde el punto de vista de la construcción de ciudadanía, es contar con unas comunidades atentas al manejo de los recursos, con posibilidad de hacer un escrutinio permanente sobre la forma como se hacen las cosas, y eso genera a demás un resultado adicional que es maravilloso y que se llama participación.

Cuando acudimos a mostrar las cosas como son y de manera transparente, los ciudadanos, las ciudadanas, se animan a participar, a construir, y a estar cercan de sus mandatarios y eso genera una dinámica social que es la sostenibilidad de la democracia como camino para construir sociedad.”

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