“Sergio Fajardo decía que él no era político, lo cual hoy lo hace sonreír. Después entendió que en la política es en donde se toman las decisiones más importantes y más profundas para nuestra existencia. La política, los políticos, las leyes, los planes de desarrollo y el trabajo de las instituciones, es lo que realmente genera las condiciones de nuestra existencia y la posibilidad de que esta sea productiva, equitativa y feliz.
Por eso es fundamental que cada vez haya más y mejores políticos. Hace unos años nadie quería participar en la política porque se asociaba a los vicios de toda la vida y muchas decisiones importantísimas para un municipio, un departamento o para el país mismo, eran tomadas por personas que no tenían los intereses de la comunidad como una prioridad, o estaban asociados a prácticas corruptas, desde favorecer intereses particulares o simple y llanamente a enriquecerse a costa de los recursos públicos.
Para romper ese círculo vicioso es necesario que más personas, de distintos orígenes, de diferentes ideologías, incluso que no hayan estado nunca en el mundo de la política, comiencen a meterse, a enriquecer los viejos y los nuevos partidos. Pero es fundamental que se parta de un común denominador que es un imperativo de país en el que nos debemos encontrar todos: la decencia que se expresa en el respeto por la institucionalidad y las normas que hacen posible la democracia, en considerar que los recursos públicos son sagrados y tener como punto de partida que los intereses de todos están por encima de los intereses de unos pocos. Eso significa que para cambiar la política, es necesario que haya cada vez más ciudadanos dispuestos a ser protagonistas de las decisiones y de la construcción.
La inminencia de las elecciones para Senado y Cámara en marzo y las de Presidente en mayo, nos ponen en primer lugar en la tarea de invitar a todos los ciudadanos a votar para respaldar y fortalecer nuestro sistema democrático, para decir con el voto, que respaldamos las instituciones y las normas que nos rigen, como primer principio para la convivencia. En segundo lugar, queremos invitar a que el voto sea un acto soberano de la conciencia de cada ciudadano y que derrotemos las prácticas de corrupción en las elecciones como la compra de votos. El voto debe ser un acto consciente de cada ciudadano y una decisión libre basada en el conocimiento de los candidatos y de sus propuestas.
Quienes van a ser presidente, senadores, representantes y luego en el 2011 quienes serán alcaldes, concejales, miembros de la JAL, son los hombres y mujeres, que van a tomar las decisiones que cambiaran nuestras vidas de manera positiva o no. La responsabilidad es inmensa y por eso el voto consciente es tomar en las propias manos la posibilidad de incidir en el rumbo que tome la sociedad en la que vivimos.
El planteamiento de la decencia, en mi caso particular que estoy entrando por primera vez a la política, parte de reconocer que no soy la dueña del saber ni del conocimiento, ni tengo la última palabra. Soy un ser humano que, igual a los demás, estoy en proceso de construcción. Quiero ser un vehículo para escuchar de manera respetuosa, entender, ordenar las ideas, las necesidades, los planteamientos, las expresiones de los ciudadanos y las ciudadanas para convertir eso en un plan, en una política, en una propuesta, en una ley. Creo que la mayor riqueza de Colombia somos los colombianos y las colombianas como ciudadanos participativos, inteligentes, capaces, motivados y con ideas. Quiero ser el vehículo de todos ellos para que avancemos en la construcción de este país. Hay que dejar de dar discursos y abandonar la retórica para invitar más bien a construir con todos sobre la base de un gran respeto por la dignidad de cada ciudadano. Este es un planteamiento innovador porque deja de ser representativo para convertirse realmente en participativo, que es una palabra que se dice de una forma muy fácil, que se puede expresar de una manera muy tranquila pero que su significado tiene unas profundidades mas allá de lo que cualquiera se pueda imaginar.
El otro aspecto de la decencia en la política es la lucha contra la corrupción que le cuesta al país billones de pesos de los recursos públicos que se quedan en las manos de unos cuantos pícaros en lugar de ir a atender las situaciones dolorosas de tantos colombianos. Se trata de los dineros que deben sostener los temas de seguridad y convivencia, la creación de oportunidades para la población más necesitada, la salud, la educación, las vías, la inversión social, la posibilidad de que tengamos mayor investigación, de que haya más universidades, de que el acceso a la educación superior sea para todos y todas. Yo creo que en eso la mayoría estamos de acuerdo y todas las fuerzas políticas podrían decir lo mismo. La gran diferencia es la forma como se hacen las cosas, ahí es donde está la gran diferencia, y cuando el planteamiento es hacerlo de forma decente, honesta, digna, responsable, de cara a la ciudadanía las cosas cambian radicalmente.”
jueves, 4 de febrero de 2010
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